El mercado de electrodomésticos, tradicionalmente un termómetro del consumo en Argentina, ha entrado en una fase de parálisis que preocupa a fabricantes y comerciantes. A pesar de una marcada caída de precios en algunos artículos, impulsada por la menor demanda y la acumulación de stock, las ventas no logran repuntar. Esta paradoja de la oferta y la demanda revela un problema más profundo: el deterioro del poder de compra y la falta de confianza del consumidor. El fenómeno se ha extendido a otros sectores, generando un escenario de recesión que afecta a toda la cadena productiva.
La recesión económica y la alta inflación han licuado el salario de los argentinos, afectando directamente su capacidad de ahorro y su acceso al crédito. La compra de un electrodoméstico, que antes era una inversión planificada, se ha convertido en un lujo que muchas familias no pueden afrontar. Si bien los precios han bajado en términos nominales en algunos casos, el poder adquisitivo ha caído en mayor medida, haciendo que incluso los productos en oferta sean inaccesibles para la mayoría.
Según un informe de la Cámara Argentina de la Industria Electrónica, Electromecánica y Luminotécnica (CADIEEL), la producción y la venta de electrodomésticos han caído un 30% en los últimos meses. “Es una situación compleja. Tenemos la mercadería, tenemos los precios competitivos, pero la gente no compra. La prioridad es el alimento y la vivienda, no un nuevo televisor”, señaló un empresario del sector. La falta de demanda ha llevado a las empresas a recortar horas de producción y a suspender a sus empleados.
La crisis del consumo no se limita a los electrodomésticos. Sectores como el automotriz, la construcción y el textil también han manifestado una profunda caída en las ventas. La pérdida de poder de compra y la incertidumbre sobre el futuro económico del país han llevado a las familias a ser extremadamente cautelosas con sus gastos, posponiendo las compras no esenciales y concentrándose en los bienes de primera necesidad.
La contracción del consumo es uno de los principales obstáculos para la recuperación económica. Sin demanda, las empresas no invierten, no contratan personal y, en muchos casos, se ven obligadas a cerrar sus puertas. El círculo vicioso de la recesión se profundiza, y la economía se estanca. Los expertos señalan que, para revertir esta tendencia, se necesita un plan integral que estimule el consumo, genere empleo y devuelva la confianza a los consumidores.
La parálisis en el mercado de electrodomésticos es una señal de alarma que el Gobierno no puede ignorar. Más allá de los números de la macroeconomía, la realidad se siente en los comercios vacíos y en las fábricas que trabajan a media máquina. El desafío es enorme, y la solución requiere de un enfoque que vaya más allá del ajuste fiscal y que ponga en el centro la recuperación del poder adquisitivo de los argentinos. El consumo, más que una cifra, es el motor de la economía.





