Una consultora privada ha lanzado una severa advertencia sobre la caída drástica en el ingreso de divisas provenientes del sector agroexportador, estimando que el aporte de dólares podría disminuir hasta un 80% en los dos últimos meses del año. Este pronóstico, que marca un fuerte deterioro en el flujo de caja externo, plantea un desafío crítico para la gestión de las reservas del Banco Central (BCRA) y el sostenimiento del equilibrio cambiario en el tramo final del ejercicio fiscal.
La baja proyectada se atribuye principalmente a la estacionalidad propia del negocio agrícola y a la disipación del efecto de incentivos temporales que promovieron una liquidación acelerada de stocks durante el tercer trimestre. Históricamente, el último bimestre del año marca una meseta en las exportaciones de granos gruesos, pero la magnitud de la caída anticipada de este año se ve agravada por la necesidad del productor de retener mercadería como resguardo de valor ante la incertidumbre económica.
Según el análisis de la consultora, el fuerte rally de liquidación de soja y maíz observado en los meses previos, impulsado por condiciones cambiarias preferenciales, ha adelantado la oferta de divisas, dejando un vacío significativo para noviembre y diciembre. Los datos preliminares indican que, si bien el Gobierno logró engrosar sus reservas a corto plazo con estos mecanismos, el costo es un “pozo” de divisas más profundo al final del ciclo.
Este panorama sombrío en la balanza comercial externa ejerce una presión alcista sobre la cotización de los dólares paralelos y obliga al BCRA a intensificar el cepo y las intervenciones en el mercado. La necesidad de contar con dólares frescos para afrontar compromisos de deuda y cumplir con metas del Fondo Monetario Internacional (FMI) convierte la estacionalidad en un factor de alta sensibilidad política y económica, reavivando el debate sobre la sostenibilidad del régimen cambiario actual.
Una de las pocas mitigaciones a la caída podría provenir de la liquidación de las cosechas de trigo y cebada, cuyos volúmenes ingresan en ese período. No obstante, el aporte de estos cereales no sería suficiente para compensar la magnitud del retroceso proyectado en la agroexportación total, lo que exige al equipo económico activar fuentes alternativas de financiamiento o acelerar la llegada de desembolsos de organismos multilaterales.
En resumen, el pronóstico de una contracción de hasta el 80% en la liquidación de divisas del agro en el cierre del año obliga al Gobierno a revisar su estrategia de intervención en el mercado cambiario. El desafío inminente es transitar la escasez de dólares de los próximos 60 días sin que se desate una nueva crisis de confianza que ponga en peligro la meta de estabilidad macroeconómica prometida.
