La Cámara de Diputados retomó este martes el debate del proyecto de Presupuesto General de la Administración Nacional 2026, una herramienta crucial para la gestión económica del próximo año, en un marco de alta tensión política y cambios significativos en el tablero parlamentario. La novedad más relevante fue la designación del diputado José Luis Espert como presidente de la influyente Comisión de Presupuesto y Hacienda, sustituyendo al libertario Benegas Lynch en medio de controversias internas y un calendario legislativo ajustado.
El inicio de la discusión, que se demoró por las negociaciones políticas, pone a prueba la capacidad de articulación del oficialismo en un Congreso fragmentado. El Presupuesto 2026, pilar de las proyecciones macroeconómicas y fiscales del Gobierno, incluye proyecciones de crecimiento, metas de déficit y la distribución del gasto en áreas sensibles como obra pública, subsidios y programas sociales. Su aprobación es fundamental para dar previsibilidad a los mercados y a la gestión de las cuentas públicas.
El cambio en la presidencia de la Comisión de Presupuesto, pasando de Benegas Lynch a Espert, no es meramente administrativo. Analistas legislativos lo interpretan como un movimiento estratégico del oficialismo para reforzar la interlocución técnica y política con los bloques dialoguistas. Espert, con un perfil económico más técnico y experiencia parlamentaria, buscaría imprimir mayor celeridad y rigurosidad al debate, distanciándose de las figuras más polémicas del espectro libertario que complican los consensos.
Las deliberaciones se centrarán inicialmente en el análisis de las variables macroeconómicas presentadas por el Ministerio de Economía. Los diputados opositores ya han adelantado críticas al supuesto optimismo de las proyecciones de crecimiento y la posibilidad de un ajuste fiscal excesivo que podría afectar áreas clave. Se espera que los funcionarios de Hacienda deban defender en detalle la hoja de ruta económica, especialmente en lo referente a las proyecciones de inflación y la evolución de la deuda pública.
Fuentes del oficialismo indicaron que la estrategia es lograr una rápida emisión de dictamen, incluso con modificaciones menores, para llevar el proyecto al recinto antes del final del período de sesiones ordinarias. La premura se debe a que la aprobación del Presupuesto actúa como una señal de estabilidad política y capacidad de gestión ante organismos internacionales, vital en un contexto de renegociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y búsqueda de nuevas inversiones.
El Presupuesto 2026 se perfila así no solo como una ley de números, sino como un termómetro político que medirá la capacidad del Gobierno para alcanzar acuerdos con la oposición moderada en la segunda mitad de su mandato. El liderazgo de Espert en la comisión y la velocidad con que se aborden los puntos conflictivos definirán si el oficialismo logra su herramienta económica clave en tiempo y forma, o si el Congreso se convertirá, una vez más, en el escenario de una prolongada pulseada por el rumbo económico del país.
