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POSDERROTA EN EL PJ: ACUSACIONES CRUZADAS Y DEBILITAMIENTO DEL LIDERAZGO DE CRISTINA KIRCHNER

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La reciente derrota electoral del peronismo ha abierto múltiples focos de conflicto dentro del Partido Justicialista (PJ) y sus estructuras aliadas, con un creciente número de dirigentes y figuras históricas alzando la voz para cuestionar la estrategia y el liderazgo ejercido por la expresidenta Cristina Kirchner. La autocrítica, largamente evitada por temor a la fractura, ahora se manifiesta públicamente, evidenciando una profunda crisis de identidad y una lucha de poder interna que amenaza la cohesión del principal bloque opositor.

El eje central de la disputa radica en el manejo del proceso electoral y, particularmente, en la influencia que la expresidenta mantuvo en la selección de candidaturas y la línea discursiva, percibida como excesivamente confrontativa y alejada de las demandas de la clase media y el voto joven. Dirigentes territoriales, que sufrieron derrotas en sus distritos, señalan que el “modelo de conducción vertical” ya no es sostenible en el nuevo panorama político dominado por fuerzas emergentes.

Cuestionamiento al Modelo de Conducción

El principal argumento de los críticos es que la centralidad de la figura de Kirchner impidió la emergencia de nuevos liderazgos con mayor anclaje territorial y capacidad de diálogo con sectores no K. De acuerdo a analistas políticos del Centro de Estudios para la Nueva Mayoría (CEPNM), el peronismo ha quedado huérfano de una propuesta económica creíble para el futuro y se ha replegado en la defensa de logros pasados, un mensaje que no fue efectivo para captar a un electorado que prioriza el cambio y la estabilidad macroeconómica.

Las acusaciones no solo provienen de los sectores más moderados, sino también de figuras del sindicalismo y de gobernadores que, si bien se mantuvieron alineados, ahora reclaman mayor autonomía. Esta rebelión interna es crucial, ya que impacta directamente en la capacidad del peronismo de ejercer una oposición unificada y efectiva en el Congreso. La fractura podría traducirse en fugas de legisladores hacia bloques provinciales o en la incapacidad de bloquear iniciativas clave del oficialismo.

La expresidenta, por su parte, mantiene un silencio estratégico, observando cómo se reconfigura el mapa interno. No obstante, su círculo íntimo ha salido a defender su rol, atribuyendo la derrota a factores macroeconómicos y a la desorganización de los aliados. Este intercambio de culpas es sintomático de la falta de un liderazgo unificador capaz de pilotar la transición del peronismo hacia un rol de oposición constructiva, o al menos, cohesionada.

La crisis del PJ tiene serias implicancias para la gobernabilidad a nivel nacional. Un peronismo fragmentado y sin un liderazgo claro pierde fuerza como contrapeso institucional, lo que podría otorgarle al Gobierno una ventana de oportunidad para acelerar sus reformas más polémicas. El desafío del justicialismo será lograr una “unidad de concepción” para 2027, algo que hoy parece un horizonte lejano, dominado por los personalismos y la recriminación mutua.

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