El mercado automotor argentino enfrenta un escenario crítico tras conocerse que las ventas financiadas de vehículos 0 km sufrieron una caída del 33% durante el mes de noviembre. Este desplome representa el punto más bajo de actividad crediticia para el sector en todo el año 2025, evidenciando una retracción significativa en la capacidad de acceso al consumo de bienes durables. La combinación de tasas de interés aún elevadas en ciertos segmentos y la erosión del poder adquisitivo han configurado un “cuello de botella” para las concesionarias y las terminales locales.
De acuerdo con datos proporcionados por cámaras sectoriales y entidades de registro automotor, la caída no solo afecta a los planes de ahorro, tradicionalmente el motor de las ventas en el país, sino también a los créditos prendarios bancarios. El informe destaca que el costo financiero total y la incertidumbre económica han llevado a los potenciales compradores a postergar decisiones de inversión de largo plazo. Este fenómeno se traduce en una acumulación de stock en los salones de venta que las bonificaciones temporales no han logrado revertir.
Analistas económicos señalan que la baja del 33% es un síntoma de un reajuste forzado en el consumo de la clase media. A pesar de los esfuerzos de algunas marcas por ofrecer tasa cero en modelos específicos de producción nacional, el volumen general de operaciones no alcanza los niveles proyectados a inicios de año. La brecha entre el incremento de los precios de los vehículos y la evolución salarial sigue siendo el principal obstáculo para que el financiamiento sea una herramienta viable para el grueso de la población.
El impacto se siente con especial fuerza en la cadena de valor automotriz, que incluye desde autopartistas hasta servicios financieros asociados. Según expertos del sector, si esta tendencia de baja en las ventas financiadas se extiende al primer trimestre de 2026, las terminales podrían verse obligadas a revisar sus planes de producción y esquemas de turnos de trabajo. La caída de noviembre es particularmente alarmante dado que suele ser un mes de transición hacia la temporada de mayor demanda que representa el inicio de un nuevo año calendario.
Por otro lado, el mercado de autos usados también refleja esta parálisis, ya que muchas operaciones de renovación de unidad dependen del financiamiento del remanente para el 0 km. Al caer el crédito para unidades nuevas, se genera un efecto dominó que ralentiza todo el ecosistema registral. Las entidades financieras, ante la volatilidad, han endurecido los requisitos de calificación crediticia, dejando fuera del sistema a una porción considerable de trabajadores autónomos y pequeños comerciantes.
La proyección para el cierre de año es de cautela extrema. El gobierno y las cámaras empresariales mantienen conversaciones para buscar incentivos que dinamicen el crédito, aunque la prioridad de la política macroeconómica actual limita el margen para subsidios directos a las tasas. El futuro del sector dependerá de una estabilización más profunda de las variables financieras y de una recuperación real de los ingresos que permita a las familias argentinas retomar el compromiso de un crédito prendario a mediano plazo.





