El presidente Javier Milei envió dos mensajes clave al inicio del nuevo esquema cambiario: primero, instó al campo a acelerar la liquidación de divisas, advirtiendo que las retenciones podrían aumentar en junio, y segundo, aseguró que el gobierno solo intervendría en el mercado cambiario cuando el dólar llegue al piso de la banda (a $1.000), en el marco del acuerdo con el FMI, que establece la compra de USD 5.000 millones para cumplir con la meta de junio.
El nuevo esquema tuvo un impacto inmediato en la caída de las cotizaciones del dólar, y la flexibilidad en el acceso a la moneda extranjera llegó en un momento clave, con la liquidación de la cosecha gruesa. El gobierno también abrió el mercado cambiario para los inversores extranjeros, lo que podría generar un fuerte ingreso de dólares financieros, pero también aumenta el riesgo de volatilidad.
El plan “Tormenta de Dólares” ya recibió USD 13.500 millones del FMI y el Banco Mundial, lo que actúa como un freno para el dólar. Sin embargo, el aumento en las importaciones y la caída en las exportaciones están afectando la balanza comercial, aunque el superávit energético sigue en aumento.
La clave para la estabilidad económica será asegurar la entrada de capitales, tanto financieros como de largo plazo, para poder hacer frente a los vencimientos de deuda y evitar un nuevo default. La situación se evaluará a fines de 2025, dependiendo de cómo evolucione la inflación, el superávit fiscal y el contexto político.