Serhii Hryhoriev, un soldado ucraniano capturado por Rusia en 2022 durante la batalla de Mariupol, murió en prisión bajo circunstancias sospechosas. Aunque el certificado de defunción ruso indicaba que falleció por un derrame cerebral, una autopsia ucraniana reveló que murió debido a una lesión traumática causada por violencia, además de negligencia médica. Hryhoriev es uno de más de 200 prisioneros de guerra ucranianos que han muerto en cárceles rusas desde el inicio del conflicto.
Organizaciones internacionales y expertos forenses denuncian torturas sistemáticas, malos tratos y negligencia médica en los centros de detención rusos, lo que ha contribuido a estas muertes. A pesar de la obligación legal de proteger a los prisioneros de guerra según las Convenciones de Ginebra, se documentan abusos graves, incluidos golpes, privación, y condiciones insalubres.
La familia de Hryhoriev mantuvo la esperanza gracias a breves comunicaciones y mensajes de él desde prisión, incluso tatuándose una frase optimista que él repetía. Sin embargo, la verdad sobre su muerte llegó meses después, al recibir el cuerpo y la confirmación forense. Este caso ilustra la difícil situación de los prisioneros ucranianos y la lucha por visibilizar las violaciones a los derechos humanos durante la guerra.
