En un congreso extraordinario celebrado en su capital, Tiráspol, los líderes pro rusos aprobaron una resolución instando a Moscú a intervenir para contrarrestar lo que describen como una “guerra económica” impulsada por el gobierno de Chisináu, la capital moldava.
Desde el inicio del conflicto entre Rusia y Ucrania hace dos años, la situación de Transnistria ha sido objeto de preocupación, ya que se encuentra en una ubicación estratégica adyacente al sureste de Ucrania.

Los representantes transnistrios afirman que el gobierno moldavo está bloqueando importaciones esenciales con la intención de convertir la región en un “gueto”, una acción que según ellos requiere una intervención diplomática por parte de la comunidad internacional.
Vitaly Ignatiev, responsable de política exterior de Transnistria, destacó la necesidad de apoyo diplomático en una entrevista con la televisión estatal rusa, mientras que el presidente Vadim Krasnoselskiy abogó por un diálogo pacífico con el gobierno moldavo, que tiene una orientación proeuropea.
Sin embargo, la presidenta de Moldavia, Maia Sandu, rechazó las acusaciones de una ofensiva económica contra Transnistria, argumentando que las medidas económicas adoptadas buscan la reintegración económica del país.

La región de Transnistria ha sido durante mucho tiempo un punto de fricción geopolítica, con disputas sobre su posible anexión a Rusia y su falta de reconocimiento internacional, similar a otras regiones separatistas como Abjasia, Nagorno Karabaj y Osetia del Sur.
Transnistria, situada en el oeste de Moldavia y limítrofe con Ucrania, surgió como una región separatista durante el colapso de la Unión Soviética, desencadenando un breve conflicto con Moldavia en la década de 1990. Desde entonces, ha mantenido su independencia autoproclamada con el respaldo de aproximadamente 1,500 soldados rusos estacionados en la región.
Con su propia Constitución, gobierno, ejército y moneda, Transnistria goza de una gran autonomía, lo que ha llevado a un control limitado por parte de las autoridades moldavas. Su población, de alrededor de 500,000 habitantes, es diversa en cuanto a su nacionalidad y la región ha mantenido fuertes vínculos culturales y económicos con Rusia.

La economía de Transnistria ha enfrentado dificultades desde su declaración de independencia hace tres décadas, con una significativa emigración de la población en busca de oportunidades laborales, principalmente hacia Rusia. A pesar de sus recursos industriales y agrícolas, la región ha experimentado una estagnación económica, con salarios bajos y una dependencia significativa de la ayuda externa, especialmente de Rusia.
Además de su importancia económica y estratégica, Transnistria alberga el mayor depósito de armas de la Guerra Fría, con unas 20,000 toneladas de armamento. Aunque se han hecho esfuerzos para retirar parte de este arsenal, las tensiones persisten en torno a su presencia y su destino, con Moldavia instando a Rusia a retirar sus tropas y armas de la región. Sin embargo, Moscú ha resistido tales demandas, subrayando su compromiso con la seguridad y estabilidad en Transnistria.