Mientras los mercados globales experimentaban fuertes caídas debido a las políticas proteccionistas de su administración, Donald Trump pasó el fin de semana en un tono relajado, jugando al golf y manteniendo conversaciones con mandatarios extranjeros e inversores. A pesar del impacto negativo de los aranceles recíprocos impuestos por Estados Unidos sobre todas las importaciones, que causaron un desplome de los mercados en Wall Street, Trump defendió sus medidas económicas con firmeza.
En un encuentro con periodistas durante su regreso a la Casa Blanca en el Air Force One, Trump no mostró preocupación por las repercusiones del mercado. A la pregunta sobre el desplome de los índices bursátiles, el presidente minimizó el impacto diciendo que a veces “hay que tomar medicamentos para solucionar algo”. Esta respuesta hace alusión a su enfoque de largo plazo, donde considera que los beneficios de proteger la industria estadounidense superan las pérdidas inmediatas en los mercados financieros.
El viernes y jueves pasados, los mercados de valores de EE.UU. vivieron uno de sus peores períodos en años. El Dow Jones perdió más de 3,000 puntos, el Nasdaq cayó un 10%, y el S&P 500 se desplomó un 9.1%. Esta caída fue el resultado directo de los aranceles aplicados por Trump a las importaciones, lo que afectó especialmente a los sectores dependientes del comercio global y la tecnología.
El desplome de los mercados internacionales también generó una ola de críticas. El multimillonario Bill Ackman fue uno de los más vocales, sugiriendo que los aranceles eran un error y pidiendo una suspensión de 90 días para evitar una crisis económica mayor, que calificó como un “invierno nuclear económico auto inducido”.
Trump, sin embargo, se mostró imperturbable ante las críticas, incluyendo las de líderes como el presidente chino Xi Jinping y el presidente francés Emmanuel Macron, quienes temen que las políticas comerciales de Trump puedan desencadenar una recesión económica global. Para el presidente estadounidense, la imposición de aranceles busca proteger la industria local, reducir el precio de los bienes de consumo y aumentar el empleo dentro de EE.UU.
Por otro lado, Trump continuó con sus negociaciones internacionales. En una reunión con el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, se debatió una solución para la tarifa del 17% que Estados Unidos impuso a los bienes importados desde Israel, lo que refleja la tensión comercial en diversas partes del mundo.
El presidente de los EE. UU. mantiene su postura firme de que cualquier levantamiento o ajuste a los aranceles solo será posible a través de negociaciones directas con los países involucrados, un enfoque que podría prolongar las tensiones económicas a nivel global. De momento, Trump parece decidido a continuar con su estrategia comercial, sin alterarla por la presión de los mercados o los cuestionamientos de los líderes internacionales.
