Hugo Orlando Gatti fue una figura única que marcó una época en el fútbol argentino. En 1964, fue tasado en una cifra récord por Atlanta ante el interés de River Plate, lo que le valió su primera tapa en la revista El Gráfico, rodeado de billetes, simbolizando el valor del nuevo tipo de arquero-jugador que él representaba: atrevido, provocador y habilidoso con los pies.
Criado futbolísticamente en Atlanta, fue el sucesor natural de Amadeo Carrizo, revolucionando el arco con su estilo osado, su vincha, sus colores llamativos y su personalidad desafiante. Comparado muchas veces con Cassius Clay (Muhammad Ali), Gatti imitaba su actitud provocadora, diciendo frases incendiarias que lo enfrentaban con colegas como Roma o Carrizo y lo convertían en favorito de la prensa.
Pasó por River, Gimnasia, Unión y, sobre todo, Boca Juniors, donde brilló bajo la dirección de Juan Carlos Lorenzo. Su confianza desbordante, su estilo poco ortodoxo y su negativa a seguir los “códigos” del fútbol tradicional lo hicieron un personaje polémico. Llegó incluso a rechazar jugar el Mundial 78 con Menotti para quedarse a disputar la Copa Libertadores con Boca, lo que marcó su exclusión definitiva de la Selección.
Gatti fue también comunicador, padre de Lucas Cassius (llamado así por su ídolo Ali), y terminó sus días con la misma austeridad con la que vivió, internado en un hospital público, alejado de la ostentación. A pesar de sus críticas a otros arqueros y sus declaraciones controversiales, dejó una huella imborrable por cambiar la forma en la que se entendía el puesto de arquero y por inyectarle color y humor a las tribunas del fútbol argentino.