La tensión financiera en Argentina alcanzó un nuevo pico en la jornada, con los dólares alternativos acercándose peligrosamente a los $1.600 y el Riesgo País superando la barrera simbólica de los 1.500 puntos. Estos indicadores, que actúan como termómetros de la confianza del mercado en la economía del país, evidencian un profundo nerviosismo y una creciente incertidumbre sobre el rumbo de la política económica. La escalada de la divisa y el salto en el Riesgo País no solo preocupan a los inversores, sino que también presagian un futuro complicado para la economía real.
El salto del dólar paralelo, que se negocia por fuera del mercado oficial, es una muestra del desequilibrio entre la oferta y la demanda de divisas. La falta de confianza en la estabilidad del peso y la búsqueda de refugio en la moneda estadounidense por parte de los ahorristas han ejercido una presión incesante sobre la cotización. La brecha con el dólar oficial, que se mantiene artificialmente bajo, se ha ensanchado, creando una distorsión que afecta a toda la economía y que alimenta las expectativas inflacionarias.
Paralelamente, el Riesgo País —la prima que paga Argentina por sobre un bono del Tesoro de los Estados Unidos— ha tocado un máximo histórico en la era del actual gobierno. Este indicador refleja la percepción de riesgo que tienen los inversores sobre la capacidad del país para honrar sus deudas. Un Riesgo País de 1.500 puntos es una señal de alerta que indica que el mercado ve a Argentina como un deudor de alto riesgo, lo que dificultará enormemente el acceso al crédito externo en el futuro.
Los analistas financieros coinciden en que la disparada de los indicadores es un reflejo del escepticismo sobre el plan económico del Gobierno. A pesar de los esfuerzos por mostrar un camino de estabilidad, el mercado exige un plan más contundente, con un horizonte claro para la salida del cepo cambiario y una solución a la “bomba de pesos” que representan los pasivos remunerados del Banco Central. “El mercado no cree en el gradualismo. Necesita un shock de confianza que el Gobierno aún no ha logrado dar”, señaló un trader de un banco de inversión de la City.
El impacto de esta jornada financiera no se limita a los números. La suba del dólar se traslada a los precios, acelerando la inflación y afectando el poder de compra de la población. La incertidumbre sobre el futuro del tipo de cambio paraliza las inversiones y la toma de decisiones, ya que las empresas no pueden calcular sus costos a mediano plazo. La tensión en los mercados, por lo tanto, es el preludio de un agravamiento de la recesión en la economía real.
En este contexto de inestabilidad, el Gobierno enfrenta un dilema. Las intervenciones en el mercado pueden ser un parche temporal, pero no una solución definitiva. Para calmar a los mercados, se necesita un plan integral que genere confianza y que aborde los problemas de fondo. La disparada del dólar y el Riesgo País son una clara advertencia de que la paciencia de los inversores se está agotando, y el tiempo para actuar se está acortando.





