Los rebeldes HUTÍES, grupo armado que controla gran parte del noroeste de YEMEN, han intensificado dramáticamente la crisis en el MAR ROJO al emitir una amenaza directa de atacar buques petroleros vinculados a ESTADOS UNIDOS. Esta advertencia surge como represalia a las operaciones militares conjuntas lideradas por WASHINGTON y sus aliados, destinadas a proteger la navegación internacional en esta ruta marítima vital. La amenaza eleva la confrontación a un nuevo nivel, apuntando directamente a intereses energéticos y económicos de OCCIDENTE.
El MAR ROJO y el estrecho de BAB EL-MANDEB son cuellos de botella geográficos por donde transita aproximadamente el 12% del comercio mundial, incluyendo una proporción significativa del petróleo y gas licuado que abastece a EUROPA y ASIA. La campaña de los HUTÍES, que comenzó atacando naves que presuntamente se dirigían o estaban vinculadas a ISRAEL, ahora se expande explícitamente a objetivos estadounidenses, complicando aún más los esfuerzos de la coalición naval internacional.
El portavoz militar del grupo, citado por medios regionales, ha justificado la medida como una “respuesta legítima” a los bombardeos que buscan mermar su capacidad de ataque. Esta retórica beligerante subraya la profundidad del conflicto regional, donde los HUTÍES actúan como un actor clave dentro del denominado “EJE DE RESISTENCIA” alineado con IRÁN. Su capacidad para lanzar misiles de crucero y drones contra el tráfico marítimo ha sido demostrada y subestimarla representaría un riesgo grave.
El impacto económico de estas amenazas ya se siente en los mercados globales. Analistas del sector energético, incluyendo expertos de la AGENCIA INTERNACIONAL DE LA ENERGÍA (AIE), advierten que la escalada podría disparar las primas de riesgo para las aseguradoras marítimas, forzando a las compañías navieras a desviar sus rutas alrededor del CABO DE BUENA ESPERANZA. Este cambio añade entre 10 y 15 días a los viajes, aumentando los costos de flete y, consecuentemente, ejerciendo una presión alcista sobre los precios del petróleo.
Desde el PENTÁGONO se ha minimizado la capacidad de los HUTÍES para sostener una campaña de ataques a gran escala contra buques de guerra, pero se reconoce la vulnerabilidad de la flota mercante. La estrategia estadounidense de formar una coalición defensiva, conocida como OPERACIÓN GUARDIÁN DE LA PROSPERIDAD, se enfrenta ahora al dilema de responder a esta amenaza directa sin provocar una guerra abierta en YEMEN que desestabilice aún más la región.
El desenlace de esta crisis dependerá de la capacidad de la diplomacia regional, particularmente de ARABIA SAUDITA y OMÁN, para mediar y contener las acciones de los HUTÍES. Sin embargo, mientras persista el conflicto en GAZA y las tensiones entre IRÁN e ISRAEL continúen, es probable que el MAR ROJO siga siendo un punto crítico de inestabilidad global, obligando a las potencias occidentales a mantener una costosa presencia militar para salvaguardar el comercio internacional.
