El presidente de la NACIÓN ARGENTINA, JAVIER MILEI, ha intensificado su retórica electoral con una declaración directa a los ciudadanos, instándoles a votar “por su propio bien” y rechazar cualquier alternativa que represente un retorno a las políticas del pasado, bajo la premisa de que “lo otro lo probamos y ya falló”. Esta categórica advertencia, emitida en el marco de una serie de entrevistas, define la matriz central de la campaña oficialista y busca consolidar el apoyo a la coalición gobernante en las cruciales elecciones legislativas que se avecinan.
La frase “lo probamos y ya falló” es una referencia inequívoca a las administraciones de corte peronista y kirchnerista que precedieron a la actual, a las que la ADMINISTRACIÓN MILEI atribuye la responsabilidad del crónico déficit fiscal y la elevada inflación. Según el MINISTERIO DE ECONOMÍA, el rally de ajuste fiscal implementado desde diciembre de 2023 ha sido la única vía para evitar un colapso económico, una narrativa que el presidente busca validar en las urnas como un voto de confianza a su plan de shock.
Expertos en estrategia política de la UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES señalan que este discurso es una jugada calculada para evitar que la oposición capitalice el costo social del ajuste. Al plantear la elección como una simple dicotomía entre la continuidad del “cambio” y la vuelta al “abismo” económico, MILEI busca desactivar las críticas específicas sobre el aumento del desempleo y la caída del consumo, obligando al electorado a decidir entre dos modelos históricos excluyentes.
La clave de este llamamiento reside en las próximas elecciones de medio término, donde el GOBIERNO necesita imperiosamente aumentar su representación en el CONGRESO NACIONAL para destrabar proyectos de ley fundamentales, como una nueva reforma del ESTADO y un paquete de desregulación económica. Actualmente, la falta de una mayoría propia ha forzado al ejecutivo a navegar complejas negociaciones con bloques moderados y provinciales.
Datos duros del último informe del INSTITUTO NACIONAL DE ESTADÍSTICA Y CENSOS (INDEC), si bien muestran una desaceleración en el ritmo inflacionario, también reflejan una fuerte contracción de la actividad industrial y el poder adquisitivo. Esta realidad económica es el campo de batalla donde el mensaje de MILEI debe resonar: convencer a un electorado golpeado de que el sacrificio actual es el precio necesario para evitar una catástrofe mayor, la cual, según su óptica, ya ocurrió en el pasado.
La proyección de este discurso es clara: el presidente busca transformar los comicios en un plebiscito sobre su gestión y la dirección económica del país. Si el oficialismo logra un avance legislativo significativo, se interpretará como un aval popular que consolidará la senda reformista. En caso contrario, el GOBIERNO podría enfrentar una segunda mitad de mandato con una gobernabilidad extremadamente frágil, obligándolo a moderar el tono y a buscar acuerdos que, según sus propias palabras, lo harían retornar a “lo que ya falló”.





