El presidente Javier Milei relanzó su agenda de campaña en medio de un clima de estupor interno generado por el “caso Espert”, una crisis que ha reavivado las discusiones sobre la ética pública y el impacto electoral. La decisión del mandatario de respaldar en soledad al diputado José Luis Espert, vinculado a un empresario prófugo acusado de narcotráfico en EE.UU., ha puesto en alerta a la cúpula de La Libertad Avanza (LLA) por el posible deterioro de la imagen de mano dura contra la corrupción y el narcoterrorismo, pilares de su plataforma. La urgencia política se cruza con un plan ya delineado: la reestructuración del Gabinete después de las elecciones legislativas del 26 de octubre, con un enfoque claro en mejorar la gobernabilidad.
La polémica en torno a Espert, cuya continuidad ha generado fricciones incluso con aliados como el PRO, amenaza con socavar el mensaje de transparencia de LLA en una coyuntura electoral clave. Asesores del Gobierno admiten que el impacto electoral es inevitable, aunque sostienen que el hecho político ya ocurrió y la estrategia debe ser minimizar el daño. La situación forzó a Milei a retomar la campaña con un mensaje enfocado en la economía y la seguridad, procurando reafirmar los dos ejes centrales de gestión que, según su visión, aún constituyen el principal capital político del Gobierno.
En paralelo a la contención de la crisis política, el Gobierno avanza con la planificación de un relanzamiento del Gabinete post-electoral. Este proceso, conversado con Mauricio Macri, apunta a fortalecer el equipo y, fundamentalmente, a mejorar la gobernabilidad en el segundo tramo del mandato, tal como lo ha diagnosticado el jefe de Gabinete, Guillermo Francos. Francos, cuya figura se ha visto realzada en los últimos encuentros presidenciales, ha recibido la tarea de tender puentes con sectores de la oposición “dialoguista” y no dialoguista, buscando el consenso necesario para avanzar con las reformas estructurales pendientes.
Dentro de los posibles cambios ministeriales, el área de Defensa se perfila como un punto central. Se menciona con insistencia el nombre del jefe del Estado Mayor Conjunto, Xavier Julián Isaac, una figura de confianza del Presidente con vínculos estratégicos en Estados Unidos. La discusión interna incluye la posibilidad de anexar la cartera de Seguridad Nacional a Defensa o nombrar a un civil, aunque en el Gobierno se reconoce la alta sensibilidad del área y la necesidad de una figura con respaldo político y técnico, con nombres como el de Cristian Ritondo en danza, a pesar de las resistencias internas en el círculo presidencial más estrecho.
Las tensiones se ven amplificadas por los errores comunicacionales en la gestión del escándalo Espert, que han sido blanco de críticas por parte de los sectores más cercanos a la hermana del Presidente, Karina Milei. La demora en la respuesta y la falta de una estrategia clara en temas sensibles, como el caso Espert y la lucha contra el fentanilo, han generado pases de factura internos y la necesidad de recalibrar el mensaje para evitar que la narrativa anticorrupción se debilite en la opinión pública.
El futuro político del Gobierno, por lo tanto, pende de dos hilos: la capacidad de limitar el daño electoral del “caso Espert” y la efectividad del reordenamiento institucional post-octubre. La búsqueda de gobernabilidad y el relanzamiento de una agenda económica y de seguridad más pulida serán vitales para enfrentar un Congreso renovado y avanzar con un plan de ajuste y reformas que la oposición, galvanizada por los escándalos, buscará desafiar con mayor intensidad.
