La detención de Pablo Laurta, principal sospechoso del doble femicidio de Luna Giardina (24) y Mariel Zamudio (50) en Villa Serrana, Córdoba, ha puesto bajo el foco público a la agrupación “Varones Unidos”, un espacio donde el acusado militaba activamente. El caso, que conmociona a la sociedad argentina, ha trascendido la esfera criminal al revelar la vinculación del presunto femicida con un colectivo que, según su propia definición, busca “generar un diálogo real y representativo” que incorpore la “perspectiva masculina a las discusiones de género”, oponiéndose a menudo a la agenda feminista.
La captura de Laurta se produjo en Gualeguaychú, Entre Ríos, donde fue interceptado junto a su hijo de cinco años, P. T. L., quien había sido buscado intensamente tras el hallazgo de los cuerpos de su madre y abuela el sábado por la mañana. Fuentes de la investigación indicaron a Infobae que el destino final del sospechoso, de origen uruguayo, presuntamente era cruzar la frontera. El menor se encontraba en buenas condiciones de salud y fue puesto bajo el resguardo de las autoridades competentes.
El interés se centra ahora en la agrupación “Varones Unidos”, cuyo ideario se basa en la premisa de que las actuales políticas de género “dejan de lado graves problemáticas que afectan mayormente o con características especiales al sexo masculino”, citando entre ellas el suicidio o el fraude. Sus postulados, disponibles en su sitio oficial, enfatizan la necesidad de “abrir el debate” para considerar estas “problemáticas masculinas” que, desde su óptica, suelen estar invisibilizadas por el discurso dominante sobre violencia de género.
Expertos en sociología y estudios de género señalan que movimientos como “Varones Unidos” forman parte de una creciente reacción antifeminista que utiliza discursos de “defensa de los derechos del varón” para cuestionar los avances en equidad y visibilización de la violencia machista. Si bien la organización se presenta como un espacio de diálogo que considera a la “feminidad como complemento natural de la esencia masculina”, su militancia activa en la crítica a la política de género es vista por diversos colectivos como un intento de deslegitimar las demandas de las mujeres y reintroducir narrativas misóginas.
El historial del presunto femicida añade capas de oscuridad al caso. Las autoridades investigan si Laurta podría estar vinculado a otros crímenes de alto impacto, como un incendio fatal en una iglesia de Uruguay donde murieron dos niñas, y la desaparición de Martín Sebastián Palacio, un chofer de aplicaciones que lo habría trasladado de Entre Ríos a Córdoba. El vehículo del chofer, un Toyota Corolla, apareció incendiado en Córdoba días después, un hecho que complejiza la imputación por homicidio agravado por el vínculo y la desaparición del chofer.
La vinculación del detenido con un grupo de esta naturaleza intensifica el debate público sobre la propagación de los discursos de odio y las reacciones violentas frente a los movimientos de equidad. Este doble femicidio, que se suma a la preocupante cifra de casos en la provincia de Córdoba durante 2025, exige no solo una respuesta judicial contundente, sino también una profunda reflexión social sobre cómo los colectivos que promueven la invisibilización de la violencia de género pueden operar como caldo de cultivo para la manifestación más extrema del machismo.





