En un movimiento que combina política exterior con estrategia antiinflacionaria doméstica, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció la intención de su gobierno de incrementar sustancialmente la compra de carne argentina. El objetivo explícito de esta medida es utilizar la mayor disponibilidad de oferta importada para presionar a la baja los precios de la carne en el mercado estadounidense, un bien sensible en la canasta básica y una variable clave para el control de la inflación en aquel país.
Este anuncio tiene un doble impacto para la economía argentina. Por un lado, representa una oportunidad comercial inmejorable para el sector ganadero y frigorífico, asegurando un mercado de alto valor y un volumen de exportación significativo. Este flujo de divisas se considera esencial para las reservas del Banco Central y para la estabilización macroeconómica que busca la administración de Javier Milei, consolidando la apuesta por la apertura de mercados y la alianza con Washington.
La Cartera de la Inocuidad y los Mercados
La decisión de Trump se sustenta en la reciente habilitación sanitaria de más plantas frigoríficas argentinas para exportar a Estados Unidos, un proceso que requirió años de negociaciones y auditorías de inocuidad. De acuerdo con datos del sector, la ampliación de cupos y la demanda generada por la necesidad de EEUU de contener la suba de precios podría duplicar o triplicar el volumen actual de envíos de cortes premium al país norteamericano, lo que representa miles de millones de dólares en ingresos adicionales.
Para el Gobierno argentino, la declaración de Trump es una validación directa de su política de alineamiento. El acceso privilegiado a un mercado de las dimensiones de Estados Unidos es un activo geopolítico y económico que refuerza la narrativa oficialista sobre los beneficios del libre comercio y el fin de las restricciones a las exportaciones. Es, de facto, un espaldarazo a la desregulación del mercado cárnico.
Sin embargo, el incremento de las exportaciones a gran escala podría generar un debate interno sobre el equilibrio entre exportación y abastecimiento local. Aunque el sector ganadero argentino tiene capacidad para atender ambos mercados, el volumen de la demanda estadounidense podría generar tensiones en la cadena de valor y potencialmente presionar al alza los precios internos, si no se garantiza un stock adecuado para el consumo doméstico.
En perspectiva, la estrategia de Trump convierte a la producción cárnica argentina en una variable de política económica doméstica estadounidense. Este acuerdo comercial ampliado, motivado por las necesidades antiinflacionarias de Washington, augura un período de fuerte expansión para la exportación de carne argentina y una consolidación de la relación bilateral, marcando un hito en la agenda de comercio exterior del país sudamericano.





