La economía argentina enfrenta un escenario de inminente recesión, según el último informe del Centro de Investigación en Finanzas (CIF) de la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT). Su Índice Líder (IL), una herramienta que anticipa los cambios en el ciclo económico, se mantuvo en niveles alarmantemente altos, con la probabilidad de que el país ingrese en una fase de contracción económica ubicándose en un rango cercano al 98%. Este dato, que persiste como el más alto registrado desde al menos 2018, es una señal inequívoca del freno brusco que atraviesa la actividad productiva y del deterioro de las expectativas empresariales y de consumo.
La grave estimación de la UTDT se construye a partir de un Índice Líder que resume la información de diez series mensuales clave de la economía real y financiera. Entre las variables que componen el indicador se encuentran el Índice General de la Bolsa de Comercio (IGBC), el Merval Argentina, el Agregado Monetario M1, las ventas de autos, la recaudación del Impuesto al Valor Agregado (IVA), el despacho de cemento al mercado interno, el Índice de Confianza del Consumidor (ICC) y la Producción Industrial (IPI-FIEL) en sectores sensibles como minerales no metálicos y siderurgia.
El alarmante salto en la probabilidad de recesión, que en períodos anteriores se ubicaba en torno al 56%, se explica por un deterioro generalizado de estas variables. La caída del Índice Líder en su serie desestacionalizada y la sostenida contracción en su tendencia-ciclo confirman que la economía se encuentra en una fase de desaceleración que, de acuerdo a la metodología econométrica de la UTDT, está a punto de consolidarse en una recesión. Este panorama se ve agravado por la persistente tensión cambiaria y el ruido político que operan como factores de incertidumbre para la inversión y el consumo.
Según los economistas que monitorean este indicador, el dato de la Di Tella funciona como una alerta temprana para el sector privado y las autoridades estatales, ya que este índice ha demostrado en el pasado su capacidad para anticipar periodos de contracción económica. La casi certeza estadística de la recesión refleja el impacto de las políticas de ordenamiento fiscal y desinflación sobre el nivel de actividad, donde el enfriamiento de la demanda y la paralización de la obra pública se hacen sentir con fuerza en los datos de la economía real.
Si bien el Gobierno nacional proyecta un rebote de la actividad económica para el próximo año, basado en el éxito del control inflacionario y el impulso de las reformas estructurales (como la laboral y la tributaria), la persistencia de esta alta probabilidad de recesión genera serias dudas sobre la profundidad y duración de la contracción. El desafío para el equipo económico será evitar que el ajuste de precios derive en una caída del PBI más severa de lo anticipado, manteniendo las expectativas de crecimiento a mediano plazo.
En definitiva, la señal de la Universidad Di Tella subraya que la economía argentina está ingresando en un periodo de sacrificio productivo como consecuencia del ajuste macroeconómico. La recesión, más que una posibilidad, es un escenario virtualmente consolidado. La atención se centra ahora en la capacidad del Ejecutivo para implementar las reformas de “segunda generación” que prometen reanimar la inversión y el empleo, siendo este el único camino para que el país logre la fase de expansión que se proyecta en el horizonte del Presupuesto 2026.





