En un contexto de elevada inflación, devaluación intermitente y reestructuración de la base imponible, el mercado automotor argentino evidencia una contracción en su segmento de entrada, con tan solo dos modelos de vehículos 0 km manteniéndose por debajo de la barrera de los $25 millones. Este umbral, que hasta hace poco se consideraba accesible para el público masivo, se ha convertido en una cifra de referencia para medir la erosión del poder adquisitivo y el encarecimiento exponencial de los bienes durables. La realidad es que la oferta de vehículos básicos se ha reducido drásticamente, forzando a los consumidores a optar por unidades de menor equipamiento o a migrar al mercado de usados.
Los dos vehículos que conservan este estatus de “accesibilidad” son el Citroën C3 y el Fiat Mobi. Ambos modelos, pertenecientes al segmento city car o subcompacto, logran ubicarse con sus versiones de entrada por debajo del precio límite. Esta situación no se debe a una política de precios estable, sino a una estrategia de las terminales para mantener un “precio de anzuelo” que les permita seguir participando en las listas de acceso. No obstante, los valores de las versiones más equipadas de estos mismos modelos, así como de sus competidores directos, superan con facilidad el techo de los $25 millones.
El encarecimiento generalizado se explica por una confluencia de factores macroeconómicos. En primer lugar, la presión impositiva que recae sobre la producción y comercialización de vehículos es significativa. En segundo lugar, la escasez de divisas para importar componentes y unidades completas ha generado sobrecostos que se trasladan al precio final. Finalmente, la dinámica inflacionaria de la economía, con aumentos mensuales de dos dígitos en los precios de lista, erosiona rápidamente la capacidad de las terminales para sostener precios competitivos.
La restricción en la oferta de autos “económicos” tiene implicancias directas sobre la demanda y el acceso a la movilidad. Según datos del sector, la venta de autos 0 km se ha polarizado, con un crecimiento en los segmentos de alta gama (favorecido por inversores que buscan preservar capital) y una caída en el segmento de volumen. La migración de potenciales compradores al mercado de usados genera una presión alcista en este último, dificultando aún más la renovación del parque automotor para las familias de ingresos medios y bajos.
Para el sector automotriz, la casi desaparición de los autos por debajo de los $25 millones representa un desafío estructural. Las terminales se ven obligadas a revisar sus estructuras de costos y a negociar con el Gobierno posibles alivios fiscales, como la modificación de los impuestos internos. Existe una preocupación creciente sobre el impacto de la falta de vehículos de entrada en los planes de ahorro y en la capacidad de las automotrices de cumplir con las metas de producción pactadas.
En el corto plazo, el consumidor que busca un vehículo nuevo debe asumir que la opción de un 0 km por debajo de los $25 millones está prácticamente limitada a los dos modelos mencionados, y siempre en sus versiones más básicas. La proyección de los analistas indica que, sin una estabilización macroeconómica profunda y una revisión de la carga impositiva, la barrera de los $25 millones será superada por la totalidad de la oferta en los próximos meses, consolidando al automóvil como un bien de lujo o de difícil acceso en la economía argentina.
