La intensa semifinal de la Copa Libertadores entre Flamengo y Racing Club, que culminó con la clasificación del equipo brasileño a la final, no se limitó al campo de juego. El enfrentamiento se trasladó al plano discursivo, donde tres figuras de Flamengo respondieron con contundencia a las declaraciones de un jugador de Racing en la previa, mientras que el club carioca remató la serie con una serie de burlas en redes sociales que encendieron la rivalidad binacional. La Guerra del Eje Río-Avellaneda tuvo su punto final con munición pesada fuera de la cancha.
La mecha de la polémica se había encendido antes del partido de vuelta en Avellaneda, cuando un futbolista de Racing (sin ser nombrado directamente en las réplicas) había expresado un exceso de confianza sobre la clasificación a la final. Esta declaración no pasó desapercibida para el vestuario del Mengão. Tras el empate sin goles que les dio el pase (gracias a la victoria 1-0 en la ida), Filipe Luis, el experimentado lateral brasileño, fue el más contundente, sentenciando: “Cuando se habla demasiado, se incendia todo”.
A la declaración de Filipe Luis se sumaron otros dos referentes de Flamengo, alineados en la idea de que el exceso verbal de la Academia se volvió en su contra. Este tipo de declaraciones post-partido no solo buscan justificar la victoria, sino que sirven para fortalecer la mística interna del equipo vencedor, particularmente en una competencia tan cargada de épica como la Copa Libertadores. Para el equipo brasileño, la discreción y el trabajo superaron al ímpetu retórico.
La respuesta más agresiva, sin embargo, provino de las plataformas digitales del club. En un despliegue de marketing deportivo provocador, Flamengo no solo se burló de las expectativas de Racing, sino que incluyó en sus publicaciones a otros rivales históricos argentinos, como Boca Juniors e Independiente, en un intento por coronarse como el verdugo del fútbol argentino en el continente. Un mensaje específico hizo mofa de la frase del entrenador de Racing, Gustavo Costas, sobre ir a Lima (sede de la final), preguntándole irónicamente si se refería a una ubicación que no era la final de la Copa.
Este cruce mediático es un reflejo de la creciente polarización y tensión en los duelos entre equipos de Brasil y Argentina, un fenómeno que se intensificó en la última década ante la supremacía económica y deportiva de los clubes brasileños en el torneo continental. Las chicanas digitales no son hechos aislados, sino parte de una estrategia comunicacional que busca dominar la narrativa y acentuar la frustración del rival.
En el plano numérico y deportivo, la eliminación de Racing se explica, en gran parte, por la actuación estelar de su exarquero, Agustín Rossi, hoy figura clave de Flamengo. Sus atajadas en la revancha resultaron ser el factor determinante para el 0-0 que selló la serie. Mientras el DT Gustavo Costas se mostró desconsolado, lamentando haber “defraudado a mi gente”, el Flamengo se consolida como un gigante continental que sabe jugar tanto con el rigor táctico como con la provocación mediática, camino a una nueva final.
El mensaje de Filipe Luis sobre “incendiar todo” con declaraciones altisonantes servirá de advertencia para futuros contendientes. La lección para los equipos que se midan con las potencias brasileñas es que la Copa Libertadores se gana con frialdad y fútbol, y que el exceso de confianza, cuando se enfrenta a un rival de peso, puede convertirse en el combustible perfecto para la burla del adversario.
