El Salario Anual Complementario (SAC), popularmente conocido como aguinaldo, es una de las prestaciones laborales más arraigadas en el calendario económico de Argentina y de varios países de la región, dividida en dos pagos semestrales. Sin embargo, su origen se remonta a prácticas y legislaciones que superan el siglo, evolucionando desde un concepto de gratificación voluntaria hasta convertirse en un derecho constitucional ineludible para todos los trabajadores en relación de dependencia.
La historia del aguinaldo se nutre de tradiciones que, en la antigüedad romana y medieval, ya contemplaban la entrega de regalos o bonificaciones en ciertas festividades, como la Navidad, a empleados y servidores. En Argentina, la figura más cercana al aguinaldo moderno se introdujo a principios del siglo XX, pero inicialmente como una prima o bonificación discrecional, dependiente de la voluntad del empleador o de la rentabilidad del negocio.
La formalización legal y la obligatoriedad del pago del aguinaldo llegaron en el país a través de hitos legislativos clave. El primer paso hacia la universalización de este derecho ocurrió a mediados del siglo pasado, cuando se estableció legalmente la obligación de pagar un salario adicional. Esta normativa fue un avance significativo, ya que eliminó la naturaleza aleatoria de la gratificación, convirtiéndola en un componente fijo del esquema salarial.
Evolución y Consolidación como Derecho A lo largo de las décadas, la legislación argentina consolidó el aguinaldo, asegurando que su cálculo se corresponda con el 50% de la mayor remuneración mensual percibida dentro de cada semestre. Esta estructura se ha mantenido vigente y es un pilar fundamental para el consumo masivo en momentos clave del año (julio y diciembre), impactando directamente en el comercio minorista y en la planificación financiera de las familias.
Desde el punto de vista económico, el aguinaldo cumple una doble función: actúa como un motor de demanda agregada en las fechas de pago y como un mecanismo de previsión para el trabajador, permitiendo afrontar gastos extraordinarios o realizar ahorros. De acuerdo con informes de consultoras económicas, la inyección de este dinero extra en la economía tiene un efecto multiplicador, aunque también genera una presión estacional en la liquidez de las empresas.
El aguinaldo es, por lo tanto, mucho más que una simple bonificación; es un termómetro de la justicia social y de los derechos laborales conquistados históricamente en Argentina. Su origen y evolución reflejan la lucha por la dignificación del trabajo y la protección de los ingresos de los empleados, siendo un derecho inamovible que, con sus vaivenes, continúa marcando el pulso financiero de millones de personas.





