El sector de la construcción en Argentina continúa enfrentando una presión inflacionaria sostenida, según los datos más recientes del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC). Durante el mes de noviembre, el Índice del Costo de la Construcción (ICC) registró un incremento del 2,5%, impulsado principalmente por el alza en los precios de los materiales y el ajuste en los servicios relacionados. Con esta cifra, el sector acumula una suba superior al 30% en los últimos doce meses, consolidando una tendencia de encarecimiento que afecta tanto a la obra pública como al desarrollo privado.
El desglose del informe revela que el rubro de “Materiales” fue uno de los que más impactó en la variación mensual. Productos básicos como el cemento, el acero y los cerámicos han experimentado ajustes derivados de la actualización de tarifas energéticas y los costos logísticos. Por otro lado, el capítulo de “Mano de Obra” también mostró un incremento, reflejando la aplicación de los tramos paritarios acordados entre las cámaras empresariales y el sindicato del sector (UOCRA), buscando compensar la pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores.
Este incremento del 2,5% representa un desafío significativo para los desarrolladores inmobiliarios, quienes deben recalcular constantemente sus presupuestos de obra. Según expertos del sector construcción, la volatilidad de los precios genera una ralentización en el inicio de nuevos proyectos, ya que la incertidumbre sobre el costo final de la unidad desincentiva la inversión de largo plazo. Muchos contratos de obra privada han comenzado a incluir cláusulas de ajuste dinámico para mitigar el riesgo de descalce financiero ante la inflación persistente.
En el ámbito de la obra pública, la situación es igualmente compleja. El aumento acumulado de más del 30% anual presiona las arcas estatales, obligando a renegociar contratos de infraestructura que ya se encontraban en ejecución. De acuerdo a informes de la Cámara Argentina de la Construcción (CAMARCO), la demora en el pago de certificados de obra, sumada al incremento de los insumos, ha llevado a algunas empresas a reducir el ritmo de trabajo o, en casos extremos, a la paralización temporal de proyectos viales y de vivienda social.
A pesar de los números alarmantes, algunos indicadores muestran una leve desaceleración en el ritmo de crecimiento mensual respecto a meses anteriores, lo que podría interpretarse como una estabilización precaria de los precios mayoristas. Sin embargo, la persistencia de aumentos por encima de los dos puntos porcentuales mensuales mantiene la alerta en el sector. Analistas económicos sugieren que, sin un anclaje claro de las expectativas inflacionarias a nivel macroeconómico, los costos de construcción seguirán operando como un freno para la recuperación de la actividad económica general.
Hacia el futuro, el mercado espera que las medidas de desregulación y la posible apertura de importaciones de insumos básicos puedan aliviar la presión sobre los precios internos. No obstante, el impacto inmediato de las tarifas de servicios públicos y el costo del combustible seguirá siendo un factor de riesgo latente. La evolución del costo de la construcción en el primer trimestre de 2026 será clave para determinar si el sector podrá recuperar el dinamismo necesario para liderar la reactivación del empleo y la inversión productiva en el país.
