En un escenario de alta tensión mediática y legal, Maximiliano Barbaccia, conocido profesionalmente como “Maxi El Brother”, ha decidido confrontar públicamente las acusaciones que lo vinculan con un presunto manejo irregular de los fondos de Elián Valenzuela, alias L-Gante. Tras meses de distanciamiento del líder de la “Cumbia 420”, el exrepresentante ha negado enfáticamente haberse quedado con dinero del artista, marcando el inicio de una nueva etapa en el conflicto judicial que enfrenta a dos de las figuras que fueron pilares en el ascenso meteórico de la música urbana en Argentina.
El conflicto escaló luego de que el entorno actual del cantante sugiriera discrepancias en las liquidaciones de las giras internacionales y las regalías de plataformas digitales. Ante esto, Barbaccia sostuvo en recientes declaraciones que todas las operaciones financieras fueron documentadas y que su gestión se basó en contratos de mutuo acuerdo. Según el manager, el distanciamiento no responde a una estafa, sino a una erosión del vínculo personal y profesional provocada por el entorno cambiante del músico y las complicaciones judiciales que el propio L-Gante enfrentó durante el último año.
Desde la perspectiva de la industria musical, este caso pone de relieve la vulnerabilidad de las relaciones contractuales en el género urbano, donde el crecimiento económico suele superar la velocidad de la formalización administrativa. Expertos en derecho de autor y management artístico señalan que estas disputas son comunes cuando los proyectos pasan de una gestión “familiar” a una estructura de ingresos millonarios. Para Maxi El Brother, las acusaciones actuales dañan su reputación profesional en un mercado donde la confianza es el activo más valioso para captar nuevos talentos.
El descargo del representante también incluyó detalles sobre la inversión inicial y los riesgos asumidos durante el inicio de la carrera de Valenzuela. Barbaccia recordó que, antes del éxito masivo, fue su productora la que financió la infraestructura, el marketing y la logística necesaria para posicionar la marca L-Gante. Esta defensa busca contextualizar los ingresos percibidos no como una “apropiación”, sino como la retribución establecida por el desarrollo de una carrera que, hasta su intervención, carecía de proyección comercial masiva y estructura corporativa.
Mientras tanto, la justicia deberá peritar las cuentas y las transferencias realizadas durante el periodo 2021-2024. Allegados al cantante insisten en que existe una falta de transparencia en los reportes de ingresos generados en el exterior, un punto que suele ser el foco de conflicto en contratos de representación internacional. Por su parte, el equipo legal de El Brother asegura poseer las auditorías necesarias para desestimar cualquier reclamo por malversación, calificando las denuncias como una estrategia mediática para justificar la ruptura unilateral del contrato de representación.
El desenlace de esta disputa marcará un precedente importante para los nuevos artistas y managers del sector. Más allá de lo económico, la ruptura entre L-Gante y su histórico mentor simboliza el fin de una era para la Cumbia 420. Con ambas partes preparadas para una batalla legal prolongada, el impacto en la carrera del cantante —que busca renovar su imagen tras sus problemas con la ley— es aún incierto, mientras que para Barbaccia, la prioridad absoluta es limpiar su nombre para continuar operando en la élite de la industria musical.
