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FRACTURAS POLÍTICAS Y REPROCHES CRUZADOS: EL IMPACTO INMEDIATO TRAS LA VOTACIÓN DEL PRESUPUESTO

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La reciente aprobación del Presupuesto 2025 ha dejado un escenario de fragmentación profunda en el arco político argentino, donde la victoria legislativa del oficialismo parece haber tenido un costo elevado en términos de cohesión de alianzas. Más allá de los números finales en el tablero, la jornada parlamentaria destapó una serie de “pases de factura” y vínculos heridos que reconfiguran el mapa de poder de cara al próximo año electoral. Lo que en principio se planteó como una negociación técnica por partidas presupuestarias terminó derivando en una crisis de confianza entre gobernadores, jefes de bloque y la propia Casa Rosada.

Dentro del oficialismo y sus aliados habituales, el malestar es palpable debido a compromisos de gestión que, según diversos legisladores, no fueron cumplidos durante el debate en el recinto. Fuentes cercanas a los bloques provinciales señalan que la rigidez fiscal impuesta por el Ejecutivo generó un desgaste innecesario en los interlocutores, quienes ahora enfrentan críticas internas en sus distritos por el ajuste percibido. Este clima de tensión sugiere que las futuras leyes de reforma estructural podrían encontrar una resistencia mucho más férrea en las comisiones de trabajo.

La oposición, por su parte, no ha quedado exenta de las esquirlas de esta votación, mostrando fisuras internas entre quienes optaron por el “voto de gobernabilidad” y los sectores más intransigentes. Analistas políticos coinciden en que la estrategia de dividir para reinar, ejecutada por el Gobierno, ha debilitado la capacidad de acción conjunta de los bloques mayoritarios. Sin embargo, este fraccionamiento también dificulta la previsibilidad parlamentaria, ya que las lealtades se han vuelto volátiles y dependen ahora de una negociación “caso por caso”.

El rol de los gobernadores fue determinante y, a la vez, el más cuestionado; muchos mandatarios provinciales se vieron obligados a presionar a sus representantes para asegurar fondos mínimos de infraestructura, sacrificando posiciones ideológicas previas. Esta dinámica ha dejado “heridos” de ambos lados de la grieta, con acusaciones de traición que circulan en los despachos del Congreso. Según expertos en análisis legislativo, este nivel de confrontación interna podría paralizar el tratamiento de otros proyectos clave que requieren consensos de mayoría absoluta.

En términos institucionales, el proceso dejó en evidencia la fragilidad de los acuerdos a largo plazo en la política argentina contemporánea. Mientras el Poder Ejecutivo celebra el cumplimiento de su meta de déficit cero plasmada en el documento, la gobernabilidad política parece haberse debilitado en el proceso de obtención de esos votos. La comunicación oficial ha intentado minimizar estas grietas, pero los movimientos de los líderes de bancada en las últimas horas confirman que la relación entre el Congreso y el Ejecutivo ha entrado en una fase de “frialdad estratégica”.

Hacia adelante, el desafío del Gobierno será recomponer los vínculos con los sectores dialoguistas para evitar el aislamiento legislativo en 2025. El impacto de estas divisiones se sentirá con fuerza en el inicio de las sesiones ordinarias, donde la agenda estará marcada por la necesidad de implementar lo votado bajo un clima de desconfianza mutua. El éxito financiero del presupuesto será puesto a prueba no solo por la economía, sino por la capacidad de los actores políticos de sanar las heridas de una negociación que dejó a pocos conformes.

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