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SE CUMPLEN DOS MESES SIN RASTROS DE LA YAGUARETÉ ACAÍ PESE A LA CIFRA RÉCORD DE RECOMPENSA

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A dos meses de la desaparición de la hembra de yaguareté Acaí en el Parque Nacional El Impenetrable, la preocupación de la comunidad científica y los organismos de conservación ha alcanzado un punto crítico. El ejemplar, uno de los pocos de su especie que habitan en la región chaqueña argentina, dejó de emitir señales de su collar satelital, lo que activó una búsqueda intensiva que hasta el momento no ha arrojado resultados positivos. Este caso no solo representa la pérdida potencial de un individuo, sino un duro golpe a los esfuerzos de repoblación de un felino que se encuentra en peligro crítico de extinción en el país.

A pesar de que el Ministerio de Ambiente y diversas ONGs han oficializado una recompensa millonaria para quien aporte datos fehacientes sobre su paradero, el silencio ha sido absoluto. Según expertos en conservación de la Fundación Vida Silvestre, la falta de información sugiere un “pacto de silencio” en zonas rurales donde la caza furtiva o el conflicto entre productores ganaderos y grandes felinos persiste como una problemática cultural y económica difícil de erradicar. Hasta la fecha, ni una sola llamada al número habilitado ha proporcionado una pista sólida que permita orientar las patrullas de búsqueda.

El contexto de la desaparición de Acaí es particularmente desalentador si se considera que formaba parte de un ambicioso programa de monitoreo y reproducción. Los especialistas en fauna silvestre señalan que el cese repentino de la señal del GPS suele estar vinculado a la destrucción del dispositivo, una acción deliberada que frecuentemente precede a actos de caza ilegal. Las autoridades judiciales han iniciado investigaciones en los campos linderos al parque nacional, pero la vastedad del terreno y la densidad del monte chaqueño complican cualquier hallazgo criminalístico sin la colaboración ciudadana.

Desde el punto de vista ecológico, la ausencia de Acaí pone en riesgo años de inversión pública y privada destinados a la preservación del ecosistema del Gran Chaco. El yaguareté es considerado una “especie paraguas”; su presencia garantiza la salud de todo el hábitat y el control de otras poblaciones animales. Fuentes del sector ambientalista advierten que, de confirmarse su muerte por causas humanas, se requeriría una revisión urgente de las políticas de seguridad en las áreas protegidas y un endurecimiento de las penas para quienes atenten contra el patrimonio natural de la nación.

La situación también ha generado un debate sobre la efectividad de las recompensas económicas en contextos de profunda vulnerabilidad social o complicidad local. Históricamente, en casos de delitos ambientales, los incentivos monetarios rara vez logran romper las lealtades comunitarias o el temor a represalias de grupos vinculados al tráfico de fauna. Informes de inteligencia ambiental sugieren que se necesita un enfoque integral que combine la tecnología de vigilancia con una educación ambiental más agresiva en las poblaciones locales para que el animal sea visto como un valor y no como una amenaza.

El destino de Acaí sigue siendo un enigma que ensombrece el cierre del año para el conservacionismo argentino. El futuro de la especie en el Chaco pende de un hilo, con menos de 20 ejemplares estimados en toda la región. El impacto de esta desaparición obligará a las autoridades a redoblar el monitoreo en 2026, bajo la premisa de que, sin una protección territorial efectiva y una justicia ambiental que actúe con celeridad, los esfuerzos de laboratorio y cría en cautiverio serán insuficientes para salvar al mayor felino de América.

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